Cada día salen alegres
de la chistera: aletea la paloma, corretea el conejo. Salta, entre los taburetes,
el elefante; camina, a dos patas, el caballo. Ellos lo saben, ya no hay magia, ni
siquiera brujería. Algunos se preguntan por qué no emprenden el vuelo, por qué
no se escapan.
Ya es tarde, como si supieran hacer otra cosa. Se lamentan de no conocer
mas oficio que el escenario. Lagrimean por sentirse perdidos fuera de la
jaula, por no saber transitar entre la muchedumbre. Les embarga el miedo a
perder su vista en la lejanía. El oso interpreta al mago, el tigre se
balancea en el trapecio, el perro azuza el látigo, la foca vende palomitas.
Desde la grada, confundido entre el público, el chimpancé aplaude.